El té tiene su origen en el Oriente, donde se le conoce y disfruta desde hace miles de años.
Originalmente se le valoró por su efecto de bienestar corporal y mental provocado por la cafeína y los taninos. Luego fue apreciado por sus propiedades medicinales y más tarde como un elemento de lujo y distinción.
EL TÉ EN CHINA
La costumbre de servir hojas de la planta del té (Camellia Sinensis) para conferir un buen sabor al agua hervida se utilizó por primera vez en China hacia el año 2750 a. C.
Según la leyenda popular China, el descubrimiento del té fue una maravillosa coincidencia. Su descubrimiento se atribuye al emperador chino Shen Nung.
Un día, mientras descansaba a la sombra de un árbol de té silvestre, una ligera brisa de verano agitó las ramas del árbol, desprendiendo varias hojas de sus ramas que por buena fortuna cayeron sobre el cuenco del emperador. La infusión adquirió entonces un aroma agradable, que despertó la curiosidad del monarca por probar tal mezcla.
La bebida, deliciosamente refrescante y reconstituyente, le cautivó instantáneamente.
Shen Nung afirmó: “el té apaga la sed, reduce las ganas de dormir, alegra y aviva el corazón”
Consumido inicialmente como un tónico medicinal, la popularidad del té fue creciendo hasta convertirse en una bebida mística que desarrolló nuevas tradiciones y rituales para su consumo.
El té fue tan importante para la cultura china que incluso tuvo su Edad de Oro durante la dinastía Tang y su libro sagrado, el Cha Sing o Arte Clásico del Té, en el que se detallan de forma poética las diferentes técnicas y formas de prepararlo.
Otra contribución del té fue el desarrollo de la cerámica en China, con el propósito de desarrollar utensilios para su consumo que caracterizaran y diferenciaran la riqueza de la gente que los poseía.
INDIA
La cultura hindú por su parte, atribuyó el descubrimiento del té al monje Bodhidharma (fundador de la forma de budismo Zen) en el año 520 dC.
Se dice que en uno de sus viajes a China para practicar el budismo, se sentó a meditar frente una pared durante nueve años. Pero un día se quedó dormido, y cuando despertó, enfureciéndose por haber cedido al sueño, se cortó los párpados arrojándolos al suelo. De ahí creció una planta que luego serviría como medicina: el té.
Hoy en día, India es el segundo mayor productor de té a nivel mundial, a la vez que los tés de las regiones indias de Darjeeling y Assam son reconocidos como los más finos del mundo.
JAPÓN
Durante mucho tiempo el té que se consumía en Japón se importaba de China y se preparaba según las costumbres chinas.
Los monjes budistas japoneses que estudiaban en China allá por al año 729 d.C. descubrieron que el té era útil no sólo como medicina sino como estimulante para mantenerse despierto muchas horas y hasta días de meditación.
Por ello llevaron la planta a Japón y desarrollaron su propia ceremonia del té. Poco a poco comenzó a producirse en pequeños cultivos con fines medicinales.